Homenaje P. Julio Meinvielle

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A 50 AÑOS DE LA MUERTE DEL p. Meinvielle HOMENAJE

El próximo 2 de agosto se cumplen cincuenta años de la muerte del Padre Julio Ramón Meinvielle (Buenos Aires, 1905-1973), sacerdote y académico de ilustre valía en Argentina y en todo el orbe católico.

En el año que celebramos los 700 años de la canonización de Santo Tomás seguimos teniendo presente la perenne vitalidad de la verdad enseñada por sus discípulos auténticos, y que los hace trascender más allá de sus propias vidas. El P. Meinvielle, sin duda, pertenece al grupo más selecto de sus discípulos contemporáneos.

La defensa de la doctrina católica que llevó adelante el P. Meinvielle le hizo enfrentar críticamente a los promotores de desviaciones doctrinales –y herejías-, tanto en el ámbito de lo dogmático, como Teilhard de Chardin, Congar, Rahner, cuanto en el ámbito social, como Maritain. Respecto de éste último, Meinvielle fue el debelador más riguroso en el ámbito del pensamiento tomista universal. Es también en razón de ello que Carlos Sacheri lo llamó “el teólogo de la Cristiandad” por excelencia. En ese combate intelectual nuestro autor no dejó de acudir al auxilio de la gracia de Dios y de María Santísima, como su mayor intercesora.

Sus enseñanzas sobre la Cristiandad y la civilización cristiana, con la correspondiente integridad y obligatoria interrelación de la comunidad política y la Iglesia, entre el orden temporal y el espiritual; sobre los principios fundamentales del tomismo; sobre el recto orden económico; sobre el proceso revolucionario en la Historia; sobre la verdadera conceptuación de la persona humana, ordenada a la trascendencia en el ámbito privado y en el público; sobre la verdadera sabiduría; sobre los últimos tiempos de la Iglesia; todas esas enseñanzas, por estar enraizadas en el venero de la filosófica clásica y en la tradición teológica de siempre, están destinadas a trascender las fronteras del lugar y del tiempo, para ser un modelo de actuación contrarrevolucionaria que debería seguir todo católico en la defensa lúcida e indefectible de la Fe.

El grueso de esa obra la elaboró como párroco (Nuestra Señora de la Salud, en el barrio porteño de Versailles); y desde esa humilde sede sacerdotal se ocupó de la fundación de los Scouts de Argentina, de apoyar decisivamente la creación del Seminario de la ciudad de Paraná, así como de numerosas obras apostólicas y de restauración política.

Pero, asimismo, su gran capacidad para la acción misional dio frutos inestimables en el campo de la difusión de la verdad y de la exaltación de la alta cultura. Así, su colaboración en la edición de obras de destacados filósofos católicos europeos, cuando Europa se hallaba exangüe; la creación y dirección de la numerosas revistas (tales como Balcón, Nuestro Tiempo, Presencia y Diálogo), en la que contribuyeron algunos de los intelectuales más relevantes del mundo de ese momento; la actividad del Colegio de Estudios Universitarios en Buenos Aires, en el que recalaban insignes figuras del saber y de la literatura.

Es imposible sintetizar siquiera lo más importante de su obra en este recordatorio.

Queriendo rescatar su persona, su obra y su ejemplo sacerdotal, los abajo firmantes suplicamos a Nuestro Señor que siga enviando a su mies Pastores celosos, según su corazón, defensores intrépidos de la verdad católica, que sigan dando su vida por el rebaño a ellos confiado y por la vigencia de la Verdad.

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